La vieja estrategia brasilera que, si la aplica la Argentina, podría darle impulso al Mercosur

Corría la primera presidencia de Fernando Henrique Cardoso en 1995 cuando dos ingenieros portuarios brasileros le acercaron un proyecto denominado “Corredor Atlántico del Mercosur”. Le explicaron al Presidente que si Brasil no integraba el norte y nordeste del país con los principales centros de producción y consumo de San Pablo, dichas regiones iban a concentrar una mayoría de capitales americanos en todo lo relativo a infraestructura, medios logísticos y manufactura industrial, todo lo cual tendería a disminuir la potencia integradora que el Mercosur en ese entonces intentaba lograr. Así las cosas, Don Fernando tomó el toro por las astas y lanzó el proyecto bajo el diseño de estos dos ingenieros portuarios. El mismo consistía, en un inicio, en conectar un cierto número de nodos estratégicos llamados “Mesas de Integración” tanto en el Brasil profundo como en toda la zona costera de norte a sur.

Así fue como se fueron uniendo los puertos de Manaos, Belem, Itaquí, Recife, Salvador, Vitoria, Rio, Santos, San Francisco do Sul, Itajaí y Rio Grande do Sul así como también nodos interiores como Cuiabá, Brasilia, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre y otros.

Dichas “Mesas de Integración” estaban conformadas por jugadores locales con intereses directos en el desarrollo económico de sus respectivas áreas, siendo los participantes armadores marítimos y fluviales, operadores portuarios, terminales de carga aérea, transportistas carreteros, ferrocarriles, despachantes de aduanas, exportadores, importadores, operadores logísticos, traders, brokers y muchos más. Las Mesas de Integración se conectarían on-line de manera simultánea y se les asignaría a cada una de ellas un día y hora determinado cada 15 días para que expongan sus problemas, limitaciones, quejas, y propuestas de solución sobre todas aquellas trabas que afectaran directa o indirectamente operaciones de comercio intra-Mercosur. Es decir, todas las Mesas de Integración, al participar online, estaban al tanto de todas las problemáticas existentes y de los potenciales proyectos en todos los nodos de interés.

El proceso fue tan exitoso que pronto pasaron a participar también agencias de gobierno, bancos de inversión, organismos multilaterales, consultores, empresas de ingeniería, universidades, ambientalistas, ONGs etc. E incluso se evaluó exportar el diseño para que Australia y Nueva Zelanda lo proyectaran sobre el Sudeste Asiático, toda vez que ambas regiones mostraban enormes asimetrías operacionales.

Luego de un tiempo y con el éxito de sus resultados, las Mesas de Integración se extendieron hacia Argentina, no sólo con representantes en terminales portuarias sino también en ciudades del interior como Córdoba, Mendoza, Neuquén y hasta Tierra del Fuego. Luego surgió Paraguay y Uruguay. Luego de cada jornada de intercambio on-line se generaba una minuta y un follow-up en la reunión posterior con potenciales soluciones que hicieran a la productividad, competitividad y economías de escala en diversas situaciones de mejora. De allí surgieron varias alianzas estratégicas y no pocos contratos entre los participantes que de otro modo jamás se hubieran concretado. Es lo que en la academia se denomina “Knowledge Sharing and Transfer”. Brasil apuntaba por entonces a incrementar el porcentual de participación del transporte ferroviario del 21% con una mejor complementación con el carretero del 63%, así como también mejorar la productividad en el consumo de combustible, y de ese modo proyectar un mayor y mejor intercambio comercial intra-Mercosur sobre la base de una mayor productividad.

Con las tecnologías de la información existentes hoy en día y considerando un muy probable giro de la Unión Europea a reconsiderar más temprano que tarde el potencial y las bondades del bloque comercial aún en tratativas, ¿no sería una buena oportunidad relanzar hoy este proyecto que quedara trunco entre las tantas crisis macroeconómicas de Argentina? Se podría avanzar mucho en identificar problemas estructurales y trabas al comercio así como también potencialidades de intercambio y alianzas estratégicas a partir del relanzamiento de las Mesas de Integración a nivel regional. Podría ser una linda tarea para el hogar tanto para Cancillería como para el Parlasur, toda vez que los participantes sean idóneos en los temas a analizar y en el armado de redes de conocimiento con base tecnológica.

Fuente: La Nación

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