Cuando hablamos de límites en la ciudad, la imagen que nos viene a la mente es la que hace alusión al concepto de borde, un elemento tan poderoso que es capaz de fragmentar el territorio, generar espacios de difícil acceso, generar rupturas sociales, no-lugares (Marc Augé, 1992), incluso espacios de la ciudad donde la riqueza de las interacciones se disipa. Pero esos bordes no solo pueden ser espacios de ruptura, pueden ser lugares de encuentro permeables donde el límite se convierte en un punto de tensión, un nexo en el tejido urbano, una perturbación a la que la ciudad se adapta y convierte en suya.
Para entender los procesos que se suceden en estos espacios es necesario desgranar el todo en cada una de las partes y agentes que intervienen. Aquí es donde aparece el concepto de mapear. El traducir esas interacciones físicas o inmateriales a una representación gráfica codificada donde no se plasman las características formales de los elementos sino de las fuerzas que los hacen interactuar, nos puede hacer vislumbrar relaciones que a priori no son visibles, interacciones latentes.
Cuando nos trasladamos a ciudades de bajos recursos, lugares con economías inestables predominados por la informalidad y temporalidad surgen puntos donde el tejido se debilita y como consecuencia del vacío creado, este es ocupado y reactivado con actividades no legalizadas, espacios donde el limite se convierte en un elemento enteramente permeable. Así, mi investigación pretende analizar que grados de permeabilidad puede producir un limite en entornos productivos, que dinámicas suscita y cómo puede ser un potenciador de la actividad en la ciudad.
Cuando hablamos de límites en la ciudad, la imagen que nos viene a la mente es la que hace alusión al concepto de borde, un elemento tan poderoso que es capaz de fragmentar el territorio, generar espacios de difícil acceso, generar rupturas sociales, no-lugares (Marc Augé, 1992), incluso espacios de la ciudad donde la riqueza de las interacciones se disipa. Pero esos bordes no solo pueden ser espacios de ruptura, pueden ser lugares de encuentro permeables donde el límite se convierte en un punto de tensión, un nexo en el tejido urbano, una perturbación a la que la ciudad se adapta y convierte en suya.
Para entender los procesos que se suceden en estos espacios es necesario desgranar el todo en cada una de las partes y agentes que intervienen. Aquí es donde aparece el concepto de mapear. El traducir esas interacciones físicas o inmateriales a una representación gráfica codificada donde no se plasman las características formales de los elementos sino de las fuerzas que los hacen interactuar, nos puede hacer vislumbrar relaciones que a priori no son visibles, interacciones latentes.
Cuando nos trasladamos a ciudades de bajos recursos, lugares con economías inestables predominados por la informalidad y temporalidad surgen puntos donde el tejido se debilita y como consecuencia del vacío creado, este es ocupado y reactivado con actividades no legalizadas, espacios donde el limite se convierte en un elemento enteramente permeable. Así, mi investigación pretende analizar que grados de permeabilidad puede producir un limite en entornos productivos, que dinámicas suscita y cómo puede ser un potenciador de la actividad en la ciudad. Read More