Durante junio, las empresas del sector oleaginoso-cerealero liquidaron casi dos mil millones de dólares producto de las operaciones de comercio exterior en el sistema agroindustrial. ¿Es sano para la macro que el productor venda de a poco sus granos?
Por Carlos Petroli, Especial para Container.
Mes a mes, las cámaras CIARA-CEC difunden una estadística que tiene una fuerte incidencia en las cuentas y en el balance comercial y de divisas del país. El año pasado, cuando la sequía dio un fuerte golpe a la economía nacional, el complejo oleaginoso-cerealero (incluido el biodiésel y sus derivados), aportó el 50.1% del total de las exportaciones de la Argentina, según datos del INDEC.
¿Qué está pasando en estos meses? Según la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), la liquidación de junio, cuando ya está prácticamente finalizada la cosecha de soja (principal ítem de la canasta agrícola junto con sus derivados), implicó una baja del 24% en relación con el mes de mayo, pero una mejora del 25% en relación con el mismo mes de junio de 2023 y una igualdad en relación con el acumulado del presente año en comparación con 2023.
Las cámaras aportan sus razones en torno de este comportamiento: en primer lugar, que el ingreso de divisas de junio (casi U$S 2.000 millones) es el resultado del régimen de dólar exportador vigente desde diciembre de 2023, y también de los precios internacionales, del impacto del clima sobre el ritmo de cosecha de maíz y soja y de la relación de costos de insumos y granos.
Se menciona, paralelamente, que la exportación de granos sigue trabajando con altos niveles de capacidad ociosa, así como la industria aceitera, con márgenes negativos permanentes. Y se explica que el ingreso mensual de divisas, transformadas en pesos, es el mecanismo que permite seguir comprando granos a los productores “al mejor precio posible”.
Otro dato que aporta la industria es que la mayor parte del ingreso de divisas en este sector se produce con bastante antelación a la exportación, anticipación que ronda los 30 días en el caso de la exportación de granos y alcanza hasta los 90 días en el caso de la exportación de aceites y harinas proteicas. Esa anticipación depende también del momento de la campaña y del grano de que se trate, “por lo que no existen retrasos en la liquidación de divisas”, anota CIARA.
Continuando con las argumentaciones, las cámaras citan que en este sector las comparaciones estadísticas entre distintos períodos son generalmente imprecisas o inexactas ya que la liquidación de divisas está fuertemente influida por el ciclo comercial de los granos, que depende de diversos y cambiantes factores exógenos como oscilaciones internacionales de precios, retracción de la oferta, distinto volumen y valor proteico de las cosechas, condiciones climáticas, feriados, medidas de fuerza sindicales, modificaciones regulatorias, barreras arancelarias y para arancelarias del exterior, exigencias fitosanitarias o de calidad de otros países, etcétera.
Necesarios comentarios.
Los productores y exportadores en general responden con estos argumentos técnicos, financieros, logísticos y también políticos cuando desde diferentes veredas se les enrostra que “están sentados arriba de los silos” (léase dólares/divisas), lo que impacta sobre las cuentas del país.
Al respecto, el economista y consultor David Miazzo publica en su cuenta de X (ex Twitter) que para la macro es sano que el productor venda la soja de a poco en lugar de apurarse a vender todo en cosecha. Porque termina generando oferta de dólares en meses muy flacos como agosto-noviembre cuando las presiones cambiarias serían aún mayores.
De manera asimismo contundente, el portal Bichos de Campo publica por estos días una comparación histórica “para dejar de hablar boludeces sobre la responsabilidad de agro en la lenta recomposición de las reservas del BCRA”, según reza textual el título de la nota.
Allí se expone un análisis del economista Gabriel Caamaño, socio gerente de Consultora Ledesma SRL, quien se tomó el trabajo de medir el promedio diario de liquidación de agrodivisas en los diferentes meses del presente año versus el promedio de la última década considerando el valor FOB de 2003.
“Los datos, en primer lugar, muestran que la dinámica de liquidación de agrodivisas registrada este año respeta la estacionalidad esperable con ingresos crecientes hasta el mes de junio que luego comienzan a descender a partir de agosto”, se anota.
En cuanto al monto de agrodivisas medido en dólares constantes, el informe menciona que lo registrado en lo que va de 2024 “es un poco inferior al promedio de la última década, lo que se explica fundamentalmente por el hecho de que el principal cultivo argentino –soja– se encuentra muy lejos del potencial productivo”.
Enumera al respecto que en el ciclo 2023/24 la cosecha estimada de soja argentina es del orden de 50 millones de toneladas, mientras que en la última década hubo cinco campañas en las cuales se superó esa cifra con un máximo de 61,3 millones de toneladas en 2014/15.
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