Esta pequeña investigación pretende llamar la atención sobre un espacio urbano, un lugar por el que transitamos desmemoriados.No sabemos qué pasó ahí, como en tantas ocasiones que pensamos “si las piedras hablaran”, porque es consustancial al humano ir perdiendo la memoria, al ser ésta algo vivo que perdura en tanto sobreviva su portador.
La búsqueda sobre un monumento y unos jardines nos llevan ineludiblemente a sus autores, un escultor y un jardinero: ¡quiénes fueron?
Emiliano Barral y Javier de Winthuysen, dos íntimos amigos, cuyo único proyecto en común fue este jardín y monumento a Don Diego Arias de Miranda.
Esta pequeña investigación pretende llamar la atención sobre un espacio urbano, un lugar por el que transitamos desmemoriados.No sabemos qué pasó ahí, como en tantas ocasiones que pensamos “si las piedras hablaran”, porque es consustancial al humano ir perdiendo la memoria, al ser ésta algo vivo que perdura en tanto sobreviva su portador.
La búsqueda sobre un monumento y unos jardines nos llevan ineludiblemente a sus autores, un escultor y un jardinero: ¡quiénes fueron?
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